Si hay algo que se precisa para encarar la carrera espacial es previsión. Por eso, cuatro años antes, los expertos de la NASA ya están probando el nuevo traje espacial que estrenarán en 2024, cuando aterricen en el Polo Sur lunar, como parte del programa Artemisa.
En el Johnson Space Center de la agencia, en Houston, un enorme equipo humano está testeando los trajes “en acción”. Es decir, ver si el flamante diseño 2020 responde a la manipulación de herramientas y el protocolo de movimientos en que se fracciona cada actividad, por ejemplo: levantar una piedrita del suelo lunar.
Con equipo de buceo de “casco duro”, los ingenieros se tiraron a la piscina de 61 metros de largo y 12 metros de profundidad del Laboratorio de Flotabilidad Neutral (NBL) en Johnson, mientras los astronautas se movían en cámara lenta demostrando si el traje espacial de exploración respondía a la simulación de sus tareas: recoger muestras de regolito lunar, examinar un módulo de aterrizaje, plantar la bandera de Estados Unidos, etc.
“Estas primeras pruebas ayudarán a determinar el mejor complemento de instalaciones para el desarrollo de hardware y los requisitos para futuras misiones y entrenamientos de Artemis”, dijo en un comunicado Daren Welsh, líder de pruebas de actividad extravehicular.
Todas esas cosas, si bien ya se hicieron en la era Apolo de la travesía lunar, ahora cobran otra dimensión y se ejecutan con tecnología diferente. Estás pruebas darán información más precisa para planificar la misión de 2024, para evaluar cuántas caminatas espaciales se realizarán durante una misión, de cuánto tiempo y cuánto podrá la tripulación alejarse del módulo de aterrizaje.
Los ingenieros también hacen pruebas en el “patio de rocas”, un área al aire libre que se encuentra en Johnson Space Center y simula la superficie lunar.